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Se cumplen, en este año 2024, los 200 años del momento en el que Juan Bosco, nuestro Don Bosco, tuvo el sueño conocido de modo muy familiar en toda la Familia Salesiana del mundo como el sueño de los nueve años. Y me parece que esta efeméride de los 200 años de un sueño que «condicionó, en todo, el modo de vivir y de pensar de Don Bosco; y, en particular, el modo de sentir la presencia de Dios en la vida de cada uno y en la historia del mundo», puede servirnos a todos y cada uno de nosotros para afrontar y vivir nuestros sueños.

En el sueño, Don Bosco cuando tenía 9 años, se encuentra en medio de un campo muy espacioso en el que había una gran cantidad de muchachos que se divertían. La mayoría jugaban y se reían. Unos pocos se dedicaban a insultar a los demás y a blasfemar. Al verlos Juan Bosco, saltó sobre ellos y empezó a empujarlos y a pelearse con ellos, usando los puños y los gritos para hacerlos callar.

De repente apareció un hombre con un vestido blanco y resplandeciente y retuvo el ataque de Juan con estas palabras:

«No con golpes, sino con la mansedumbre y con la caridad deberás ganarte a estos tus amigos. Ponte ahora mismo, pues, a instruirlos sobre la fealdad del pecado y la belleza de la virtud».

La reacción de Joan Bosco fue la que hubiéramos tenido la mayoría de nosotros: ¿Cómo lo voy a hacer si es una tarea muy difícil? El Señor de las vestiduras resplandecientes le respondió: Precisamente por ser una tarea difícil te la encomiendo a ti. Para ello tendrás una compañera de camino que reconocerás, es aquella a la que tu madre te ha enseñado a rezar tres veces al día, María.

Después de esto, los niños habían desaparecido y en el terreno había cantidad de animales tanto domésticos, como salvajes que andaban con paz y harmonía. Al no saber que tenía que hacer, cuenta Juan Bosco, y siempre en sueños, se puso a llorar y la mujer que llevaba un vestido resplandeciente, le puso la mano en la cabeza y comentó:

A su tiempo lo entenderás todo.

Y un ruido hizo que Juan Bosco se despertara.

Aquel sueño no lo olvidó jamás y su devoción por la Virgen Auxiliadora lo acompaño hasta el final, siendo uno de los grandes propagadores de la devoción a María. Y uno de los santos que ha trabajado con más tesón por los jóvenes de las clases populares. Martí-Codolar, casa en la que estuvo, es un ejemplo de ello.

Y, en consecuencia, no descartéis nunca hacer lo posible por vivir vuestros sueños.

Joan Josep Moré SDB.
Jefe de Estudios ISCR Don Bosco
Barcelona, enero de 2024.

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