A menudo tengo la oportunidad de compartir con colegas de profesión. Es siempre enriquecedor, aunque a veces lo peor que le puede pasar a un periodista es caer en manos de otros periodistas.
A los periodistas nos gusta tener el privilegio de contemplar, de saber y contar cosas, a veces, incluso de ver, demasiadas cosas. A diferencia de lo que muchos piensan, el periodismo te convierte en un espectador al que le toca sufrir en muchas circunstancias y hay quien piensa que nos volvemos insensibles. Lejos de esto, la mayoría sabemos lo que es el sufrimiento humano, sabemos de nuestra incultura ante un mundo tan amplio e ilimitado.
De aquí que, compartiendo, sabes por lo que has visto y oído que hay vidas duras, llenas de sufrimiento, de tristeza en el alma, de profunda angustia, y más en los tiempos que corren. Hablamos de cómo muchos luchan por sobrevivir y sonríen y ríen desde el corazón, no por lo que tienen o dejan de tener, sino por la paz del alma y su amor a Dios. Y a veces hay quien se hunde por sandeces y pequeñeces.
Gente que lo ha perdido todo; un hijo enganchado a la droga; jóvenes que han quedado huérfanos; otros que luchan contra una enfermedad incurable… miles de situaciones que casi dirías que son inaguantables. Pero la gente aguanta, sin fe o con fe, y nosotros a veces, los cristianos, nos quejamos de bien poco y la gente lucha admirablemente.
Para mí es más fácil sobrellevarlo todo con fe y esperanza, de eso estoy convencida, aunque a veces también cuesta comprender los caminos de Dios.
Por otro lado, también me gustaría convencerme de que hay cosas relativas, de que vivir con alegría y dar gracias a Dios de lo que tenemos es mejor que pasarse el día quejándonos. Aferrarse a lo esencial, para mí SÓLO DIOS.
Sor Gemma Morató i Sendra
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