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La Penitencia, como todo sacramento, tiene como centro el misterio pascual de Cristo, es decir, su muerte y resurrección. Misterio pascual expresado en uno de sus aspectos, que es el de la reconciliación de aquellos que han pecado, o, dicho de otra forma, el encuentro con la misericordia y de perdón de Dios.

Como participación de la Pascua de Cristo, el sacramento de la Penitencia implica un aspecto de renuncia y entrega, que lo asemeja al sacrificio pascual. También implica un paso, un tránsito vital de la muerte a la vida, del pecado a la gracia, de la separación a la comunión. Pero, también implica renovación de vida, alianza y compromiso con Dios y con los demás. 

Para conseguirlo se han de tener presentes los siguientes aspectos:

–. Deshacerse de aquellos aspectos de la personalidad que amenazan nuestro proyecto de vida, orgullo, prepotencia, afán de dominio…

–. Encontrarse con el Dios vivo de Jesucristo. Ya que es el único capaz de transformar a la persona de forma total.

–. Reunificar a la persona: ayuda a descentrarnos de nosotros mismos y así volver a centrarnos en Dios.

–. Identificarse con la comunidad de creyentes. Y aceptar la fraternidad como una forma de crecimiento personal.

Una vez hecha esta primera conversión, se ha de conseguir que en la vida del creyente se produzca una conversión permanente fruto de la revisión de la vida a la luz de la Palabra de Dios y de la confesión periódica de nuestras faltas. Por eso, hemos de acercarnos a la confesión sintiendo que estamos participando de un encuentro con Cristo que entregó su vida por nosotros para que así, siguiendo su ejemplo, consigamos la reconciliación con Dios y con su Iglesia. Esto implica un esfuerzo personal, ya que, el esfuerzo personal es un elemento característico de este sacramento. Así, es necesario buscar en el interior de cada uno de los creyentes, la forma de convertirnos e ir mejorando en nuestro encuentro con Dios y con los hermanos. Por eso, hemos de pasar del interrogante al convencimiento que sí es necesario acercarse al sacramento de la Reconciliación o Penitencia y confesar ante el ministro nuestros pecados. El sacramento no es una cuenta de conciencia. Es una revisión de la vida a la luz de la Palabra de Dios, por eso es importante que en todas y cada una de las celebraciones esté presente.

Joan Josep Moré, SDB
Jefe de Estudios ISCR Don Bosco

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