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Prácticamente ha concluido ya la Novena de preparación a la fiesta de María Auxiliadora  (24 de mayo) en todas las casas salesianas.

La devoción a la Virgen María bajo la advocación de Auxilio de los Cristianos, aunque se remonta a la época patrística, se divulgó en Europa en los siglos XVI y XVII con ocasión de los enfrentamientos de los ejércitos cristianos y las fuerzas otomanas en expansión por la Europa central y mediterránea. La invocación a María en auxilio de la cristiandad ayudó a aglutinar a las naciones cristianas y consolidó la esperanza de la detención del avance otomano sobre Europa. Más tarde, en el siglo XIX, el Papa Pío VII,  estableció la fecha del 24 de mayo para esta conmemoración mariana por ser el aniversario de su entrada en Roma, de regreso de su exilio napoleónico.

En la actualidad la devoción a María Auxiliadora ya no tiene connotaciones de confrontación,  sino de amparo: María es auxiliadora del pueblo cristiano en la medida que es Madre de la Iglesia; ejemplo, intercesora y guía de la comunidad cristiana, y de cada uno de los discípulos y discípulas de su Hijo Jesucristo, en el camino de fidelidad evangélica.

En la novena de preparación a su fiesta anual, durante nueve días, del 15 al 23 de mayo, leemos en los evangelios los pasajes que a ella se refieren,  meditamos su papel en la Historia de la Salvación,  buscamos imitarla en su fe y disponibilidad a Dios,  y nos encomendamos a su eficaz intercesión a favor de los discípulos de su hijo, que, como el discípulo amado al pie de la cruz, la recibimos como madre y la acogemos en nuestra casa.

La celebración de la Novena resulta una ocasión pastoral para divulgar la catequesis mariana, para celebrar la eucaristía en el recuerdo de María en el cenáculo con los discípulos de Jesús, y para presentar a su intercesión los desafíos eclesiales más urgentes. La Novena reúne a los diversos grupos de la Comunidad Educativa y Pastoral y los implica en una tarea común: la animación litúrgica, catequética, y fraterna de estos nueve días. En ella se expresa el carácter educativo de la devoción mariana en el carisma de Don Bosco.

En otras realidades de Iglesia también se celebran novenas, triduos o fiestas alrededor de los santos o las advocaciones a María propias del carisma. ¿Qué podemos aprender o aprovechar pastoralmente de todo ello?

Jordi Latorre, Sdb
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