¿Qué significa la palabra “feliz”, “bienaventurado”? Viene del griego, que expresa el que está en condición de gracia, la persona que avanza en la amistad con Dios. Esto es importante, porque las Bienaventuranzas iluminan las acciones de la vida cristiana y revelan que la presencia de Dios en nosotras y nosotros nos hace verdaderamente felices.
En una segunda parte se presta atención al motivo de la Bienaventuranza, que no es la situación actual, sino la nueva condición que los bienaventurados reciben como don de Dios.
En el tercer elemento, es precisamente el motivo de la felicidad. Las Bienaventuranzas nos enseñan el fin último al que Dios nos llama: el Reino, la visión de Dios, la participación en la naturaleza divina, la vida eterna, la filiación, el descanso en Dios. (CEC 1726). En su discurso, Jesús utiliza un futuro pasivo: “serán consolados”, “heredarán la tierra”, “serán saciados”, “serán perdonados”, “serán llamados hijos e hijas de Dios” …
Sería bueno aprenderlas para repetirlas, para anunciarlas, para tenerlas en la mente y en el corazón. Así cautivadas y “cautivados por Jesús nos comprometemos en la construcción de un mundo nuevo, no por obligación, no como un peso que nos desgasta, sino con una opción personal que nos llena de alegría y que otorga identidad” (EG, 269).
Como personas que anuncian la buena noticia de Jesús nos vendrá bien retomar el Evangelio de Mateo, capítulo quinto, versículos del uno al once, y leer frecuentemente las Bienaventuranzas para entender esta senda tan bella, tan segura de la felicidad que el Jesús nos propone.
Carmen Víllora, FMA
Profesora ISCR Don Bosco
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