Desde muy joven Don Bosco sintió una profunda devoción por la Virgen. En la evolución de su amor por la Virgen, después de nuestra Señora de la Consolata (patrona de Turín), y de la Inmaculada Concepción de María, sintió una gran devoción por María como Auxilio de los cristianos, es decir, María Auxiliadora.
La idea de construir una iglesia majestuosa en honor a María Santísima surge de la necesitad aparente de acoger a un mayor número de fieles en las celebraciones. Don Bosco siente el deseo de construir un gran templo a la Virgen Auxiliadora para expresar su agradecimiento por las numerosas ayudas recibidas, y para invocar su protección para la naciente Congregación Salesiana. También había una fuerte intención pastoral y pedagógica en él: librar a sus muchachos de todas las formas del mal (espiritual, moral y físico), pero sobre todo para implementar en su vida el bien.
La Basílica de María Auxiliadora se construyó, con grandes problemas económicos, entre los años 1864 y 1868, pero con ayuda de los muchachos del Oratorio, y la generosidad de la población de la ciudad de Turín logró concluir la obra. Don Bosco aseguró siempre que el dinero conseguido para la construcción del santuario venía de la Divina Providencia. Estaba convencido que: «si es la Virgen quien quiere la Iglesia; ella ya pensará como pagarla».
Construida por el arquitecto Spezia, éste diseñó una iglesia de planta de cruz latina, casi sin ornamentos. El 9 de junio de 1868 se consagraba el santuario. A las 10:30 horas celebró la primera misa el arzobispo de Turín, Monseñor Alejandro Riccardi; a continuación celebró Don Bosco la segunda misa. En la iglesia había 1.200 jóvenes.
El 28 de junio de 1911 fue elevada a la dignidad de Basílica menor. En 1938 se terminó la ampliación que consta de la zona del altar mayor con una segunda cúpula, las dos grandes capillas laterales y el nuevo altar de San Juan Bosco con la urna que contiene sus restos. También podemos encontrar las urnas que contienen los restos de Santa María Mazzarello y de Santo Domingo Savio, y el famoso cuadro de María Auxiliadora situado encima del altar mayor.
Cuando lo felicitaban por la magnífica iglesia, Don Bosco siempre decía: «yo no soy el autor de tan grandes cosas, es el Señor y María Santísima Auxiliadora, que se dignaron servirse de un pobre cura para realizar tales obras, es María quien ha construido su casa». Una vez construido el santuario, Don Bosco intensificó sus actos para difundir por el mundo la devoción a María Auxiliadora. Devoción que ha llegado hasta nosotros para que la sigamos fomentando en todas y cada una de nuestras casas.
Joan Josep Moré, sdb
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