Durante las aportaciones en la asamblea resonó una idea clara: “La catequesis no es una obra escolástica, sino más bien la transmisión de una experiencia personal”. Al respecto, Donna Lynn, de la Pontificia Universidad Gregoriana y fundadora del The Lay Centre at Foyer Unitas, señalaba que “una flecha que apunta a la cabeza no atravesará el corazón”, por esto una catequesis y un anuncio que se dirige a la cabeza no lleva a una conversión del corazón.
Otra idea transversal del III Congreso Internacional de Catequesis fue la profundización del rol del mensajero en la transmisión de la fe. Es importante ser consciente que el mensajero sea parte del mensaje. Como sucedía en el anuncio de Jesús, donde mensaje y mensajero coincidían totalmente.
Como conclusión el papa Francisco dirigió un mensaje a los catequistas para agradecer su labor “por ser una columna vertebral en la Iglesia” y recordarles que participan de la misma misión que Jesucristo de anunciar el Evangelio. Con sus palabras invitó a no tener miedo si el Señor los llama a este ministerio. También recordó a sacerdotes y religiosas “que todos somos catequistas, incluido el Papa”.
El obispo de Roma, en su discurso, les animó: “Jamás se cansen de ser catequistas. No de ‘dar lección’ de catequesis, esto no. Ofrecer. ¿El dedo? En el bolsillo… La catequesis no puede ser como una hora de clase, sino que es una experiencia viva de la fe”.
Deseamos que el III Congreso Internacional de Catequistas nos ayude, en este momento que inicia la catequesis en nuestras comunidades eclesiales, a estimular y animar la hermosa tarea de anunciar el Evangelio. Según datos de la Conferencia Episcopal, contamos con unos 91.000 catequistas que desempeñan la misión insustituible de la transmisión y profundización de la fe. A ellas y ellos hemos de agradecer su “compromiso por la transmisión de la fe”, que es una importante responsabilidad eclesial hacia la infancia, la juventud y los adultos que “piden hacer un camino de fe”.
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