«Estos estudios tienen la capacidad de transformarte como persona y te preparan para liderar la coordinación de las actividades de pastoral»
Ciertamente, no hubiera pensado que estudiaría unos estudios como estos. No me lo había planteado, pero la escuela me hizo la propuesta. En vistas a poder participar y colaborar en la pastoral de la escuela, vieron conveniente que me formara en este ámbito. Sabían que tenía la sensibilidad necesaria y me facilitaron las condiciones para hacerlo.
Pero no fue sólo por la invitación de la escuela que decidí estudiar. Voy discernir aquella oferta y lo valoré como una oportunidad de profundizar en mi fe.
Ahora que ya estoy terminando el grado, y puedo mirar atrás con perspectiva, me doy cuenta que son unos estudios profundos, que tienen la capacidad de conformarte y transformarse como persona.
Por un lado, siento que durante este tiempo he ampliado mis conocimientos sobre cuestiones fascinantes, como la teología, la moral o la Sagrada Escritura; me doy cuenta ahora de los prejuicios que tenía, y el desconocimiento que me impedía valorar adecuadamente. Por ejemplo, tener las claves para poder interpretar debidamente el Antiguo Testamento o el Nuevo Testamento ha sido un gran aprendizaje. Los estudios tienen también unos beneficios prácticos, y es que ahora no me pierdo tanto cuando me hablan de encíclicas u otros documentos del Magisterio, sé cómo buscar en los diccionarios bíblicos, puedo comprender mejor el funcionamiento y la estructura de la Iglesia, etc.
Pero no es sólo un enriquecimiento a nivel de conocimientos, sino que algunas materias, algunas clases, algunas lecturas, algunos profesores, también algunos compañeros, incluso algunas palabras o frases se convierten en pequeños momentos de iluminación que te ayudan a comprender mejor la vida y su sentido.
Algunas clases se convierten en pequeños momentos de revelación, otros en oración, … y descubres paulatinamente que Dios te hace presente a través de la vida ordinaria, incluso, de los estudios, entre los apuntes!
Una de estas frases que recuerdo del primer año y que me ha ido acompañando toda la carrera, es aquella clásica de Rahner cuando dice que «el cristiano del siglo XXI o será místico o no será». Siento, pues, que con estos estudios he podido profundizar en mi fe, ser más mística, pudiendo dar razón de lo que creo. He podido captar lo esencial y comprender cómo la Iglesia ha ido dando forma a lo largo de los siglos. Pero a la vez también se me han ofrecido diferentes momentos de revisión, de mirada crítica, de replantear a partir de las verdades más esenciales lo más superfluo.
También es cierto que no son unos estudios sencillos: hay dedicación, esfuerzo, y la conciliación con el trabajo y la familia no siempre es fácil. Pero no son sencillos en este aspecto como tampoco en el aspecto espiritual. A la hora de afrontar unos estudios así hay que estar dispuesto a que se derrumben las viejas torres del pensamiento, a tener pequeñas crisis espirituales, a destruir prejuicios, a desaprender conceptos para reconstruir de nuevo … en definitiva, estos estudios, aparte de todas las competencias propias que debe adquirir un estudiante, requieren también de competencias espirituales, entre las que la apertura de mente es imprescindible.
Maria Bassas Bullich
Professora a Batxillerat
Estudiant de Ciències Religioses. Especialitat Pastoral.
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