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Don Bosco, en su juventud, experimentó una serie de sueños que no solo eran manifestaciones espirituales, sino que también le daban orientaciones y advertencias sobre su futura misión educativa y pastoral. Uno de los sueños más emblemáticos fue el llamado Sueño de la Pérgola de Rosas, en el que Dios le mostró a través de símbolos, la dirección que debía tomar en su apostolado.

En este sueño, Don Bosco se encontraba en un jardín con una pérgola de rosas. La pérgola estaba adornada con hermosas flores, y el jardín se mostraba lleno de vida y belleza, pero también rodeado de una serie de desafíos y peligros, las espinas, pues si no estabas atento podían dañar al intentar coger las hermosas flores.

En medio de este paisaje, los rosales representaban los frutos del trabajo pastoral de Don Bosco. Sin embargo, a pesar de los desafíos, Don Bosco observó que la protección de la Virgen María era una constante, y que, bajo su amparo, los jóvenes podrían ser guiados hacia el bien y conseguir que fueran buenos cristianos y horados ciudadanos.

A través de esta visión, Don Bosco entendió que su misión sería complicada, pero que, con la ayuda de la Virgen María y la educación en la fe, él y sus seguidores podrían guiar a los jóvenes a un camino de santidad. La pérgola de rosas representaba la seguridad de la vida cristiana en medio de las dificultades, y las rosas simbolizan la belleza y la recompensa que la vida de fe podía ofrecer.

Este sueño, que sucedió en la noche del 18 de mayo de 1844, fue vivido por Don Bosco con una claridad y viveza que le dejó una profunda impresión. Después de despertarse, comprendió que Dios le estaba comunicando algo muy importante acerca de su misión futura: la educación de los jóvenes y su papel central en la Iglesia.

Así la pérgola era un símbolo poderoso: era una estructura que proporcionaba sombra, protección y refugio, similar a lo que la Iglesia debía ser para todos, especialmente para los jóvenes. Las rosas, que cubrían la pérgola, eran especialmente significativas, pues representaban las virtudes y los frutos del trabajo pastoral que Don Bosco debía cultivar. La belleza de las rosas simbolizaba la pureza, la paz y la recompensa espiritual de los esfuerzos apostólicos. Este símbolo es fundamental, pues las rosas son tradicionalmente asociadas con la Virgen María, a quien Don Bosco consideraba su guía y protectora.

 

Joan Josep Moré, SDB
Jefe de Estudios del ISCR Don Bosco

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