La historia del catolicismo en China es una historia muy compleja que se extiende por más de 1.300 años. Desde la llegada de los primeros misioneros cristianos en el siglo VII, hasta las complejas relaciones entre la Iglesia y el gobierno comunista de China en la actualidad, el catolicismo ha tenido un impacto significativo en la historia y la cultura de China. En este ensayo, examinaremos la historia del catolicismo en China, desde sus orígenes hasta la actualidad.
Orígenes del Catolicismo en China
La llegada del cristianismo a China se remonta al siglo VII, durante la Dinastía Tang. Según las crónicas chinas, un sacerdote nestoriano llamado Alopen llegó a la corte imperial en Chang’an (actualmente Xi’an) en 635 d.C. y fue bien recibido por el emperador Taizong. Alopen fundó la primera comunidad cristiana en China y comenzó a traducir textos sagrados cristianos al chino. La religión nestoriana, que se originó en Oriente Medio en el siglo V, fue la primera forma de cristianismo que se introdujo en China. A pesar de la aceptación inicial de la corte imperial, la religión nestoriana nunca se extendió mucho más allá de las fronteras de China y desapareció por completo en el país alrededor del siglo XIII.
En el siglo XIII, los misioneros franciscanos y dominicos llegaron a China por primera vez, enviados por el Papa Inocencio IV para establecer relaciones con el Gran Kan de los mongoles, quien había conquistado China en ese momento. Sin embargo, a pesar de algunos éxitos iniciales en la conversión de algunos mongoles y chinos, la misión fue abandonada después de unos pocos años debido a la inestabilidad política y el colapso de la dinastía Song.
Fue en el siglo XVI cuando el catolicismo comenzó a tener un impacto significativo en China. En 1552, el misionero jesuita portugués Francisco Javier llegó a China por primera vez y comenzó a trabajar en la evangelización del país. Sin embargo, fue el misionero italiano Matteo Ricci quien tuvo el mayor impacto en la introducción del cristianismo en China. Ricci llegó a Macao, una colonia portuguesa en la costa sur de China, en 1582 y comenzó a aprender chino y estudiar la cultura y la historia del país. En 1583, Ricci llegó a Zhaoqing, una ciudad en la provincia de Guangdong, donde comenzó a trabajar en la traducción de textos cristianos al chino. A diferencia de los misioneros anteriores, Ricci adoptó una estrategia de adaptación a la cultura y la sociedad chinas, y se convirtió en un experto en la cultura y la literatura chinas. En 1601, Ricci y su compañero misionero Michele Ruggieri, publicaron el primer libro cristiano en chino, “El Verdadero Camino”, que presentaba la fe cristiana en términos que los chinos podían entender y aceptar. A través de su trabajo de traducción y su adaptación a la cultura china, Ricci ganó la aceptación y el respeto de los líderes chinos y la élite intelectual. En 1609, Ricci fue recibido en la corte imperial en Beijing y se convirtió en el primer misionero occidental en ser invitado a vivir dentro de la Ciudad Prohibida. Ricci y los misioneros jesuitas continuaron su trabajo en China durante el siglo XVII, estableciendo misiones en varias ciudades y ganando cada vez más conversos. En 1615, se estableció la primera iglesia católica en Beijing y en 1623, se fundó el Colegio Jesuita de San Pablo en Macao, que se convirtió en un importante centro de estudios para los misioneros.
A pesar del éxito de los misioneros jesuitas en China, surgieron algunas tensiones dentro de la Iglesia Católica debido a la adaptación de los jesuitas a la cultura china. En particular, la controversia riten se centró en la aceptación por parte de los jesuitas de ciertos ritos y prácticas chinas, como el culto a los antepasados y el uso del rito chino para la adoración en las iglesias. Los jesuitas argumentaron que estas prácticas eran simplemente culturales y no religiosas, y que no eran incompatibles con la fe cristiana. Sin embargo, otros miembros de la Iglesia Católica, incluidos los dominicos y franciscanos, se opusieron a estas prácticas y argumentaron que eran incompatibles con la doctrina católica. La controversia riten se intensificó en el siglo XVIII y llevó a la intervención del Papa Clemente XI, quien emitió una serie de decretos que prohibían los ritos chinos y exigían que los conversos chinos abandonaran sus prácticas culturales y adoptaran los ritos católicos europeos. Esto causó tensiones y divisiones dentro de la Iglesia Católica en China y llevó a algunos conversos a abandonar la fe católica. Sin embargo, a pesar de estas tensiones, la presencia católica en China continuó creciendo en el siglo XVIII y XIX, con la fundación de nuevas misiones y la conversión de más chinos.
A partir del siglo XIX, la presencia católica en China comenzó a enfrentar nuevos desafíos, incluida la creciente hostilidad hacia los misioneros extranjeros y la marginación de los conversos católicos por parte de la sociedad china. En 1842, después de la derrota de China en la Primera Guerra del Opio contra Gran Bretaña, se firmó el Tratado de Nanjing, que abrió varios puertos chinos al comercio extranjero y permitió que los misioneros extranjeros se establecieran en China sin restricciones. Esto llevó a un aumento en la cantidad de misioneros extranjeros en China, especialmente de Europa y América. Sin embargo, la presencia extranjera en China comenzó a ser vista como una amenaza por parte de algunos sectores de la sociedad china, especialmente después de la Rebelión Taiping, un movimiento revolucionario liderado por Hong Xiuquan, un converso cristiano que afirmaba ser el hermano menor de Jesucristo. La rebelión fue suprimida después de más de una década de lucha, pero dejó una profunda impresión en la sociedad china y llevó a una mayor desconfianza hacia los misioneros y los conversos cristianos. En 1899, se produjo un levantamiento antiforeign conocido como el Levantamiento de los Boxers, en el que grupos de chinos se rebelaron contra la presencia extranjera en China y atacaron a misioneros y conversos cristianos. La respuesta internacional a la rebelión fue el envío de una fuerza expedicionaria internacional a China, que puso fin a la rebelión y llevó a la firma del Tratado de Boxer en 1901.
Después del Levantamiento de los Boxers, la hostilidad hacia los misioneros y los conversos cristianos continuó en China, especialmente durante la era de la República de China y la Guerra Civil China. En 1949, después de la victoria de los comunistas en la Guerra Civil, el Partido Comunista Chino tomó el poder y comenzó una campaña para erradicar la religión en China. La persecución de los católicos en China alcanzó su punto máximo durante la Revolución Cultural de Mao Zedong en la década de 1960 y 1970, cuando la Iglesia Católica en China fue prohibida y sus miembros fueron perseguidos y encarcelados. La Iglesia Católica en China se vio obligada a operar en la clandestinidad durante varias décadas, y solo en la década de 1980 se comenzaron a permitir ciertas formas de práctica religiosa.
Anna Moya
Profesora ISCR Don Bosco
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