En muchos de nuestros hogares, centros educativos y, sobre todo, Santuarios y Parroquias, un elemento que nos acompaña en este tiempo que iniciamos de Adviento es la Corona de Adviento.
Este elemento decorativo y pedagógico es una tradición que tiene sus orígenes en los comienzos del cristianismo, pero que tiene su mayor expansión en la Edad Media, para poder enseñar al Pueblo los días y las semanas que faltaban para Navidad.
Actualmente, la función que debe tener no ha de ser esa. Por tanto, podríamos renunciar a realizarlo o incluso a fomentar su uso en un ambiente cristiano cuidado. Sin embargo, un símbolo tan arraigado y tan importante en nuestras culturas como es la Corona de Adviento, debemos cuidar el cómo se trabaja, se educa y se vive en nuestros centros, grupos e incluso hogares.
La corona presenta una serie de características que nos pueden ayudar en nuestra tarea pastoral:
- Es circular: representa y simboliza el ciclo, una etapa, un momento de este curso. Es un elemento que nos puede ayudar a entender que todo gran evento tiene su momento y su preparación, y que por tanto, necesitamos dedicarle un espacio temporal; y la Navidad, el nacimiento de Jesús, así lo requiere.
- Está decorado con hojas y ramas verdes: con lo que la naturaleza y su vida nos enseña que incluso en invierno hay plantas que se mantienen fuertes y vigorosas, no todas son caducas. El mensaje de Jesús es así, un mensaje que no caduca, que a pesar de las dificultades, de los momentos duros, se mantiene fuerte, crece y transmite vida.
- Se colocan cuatro velas y se enciende una cada semana: cada vela nos indica que el camino a la Navidad está más cerca, nos aportan luz en el camino, calor y cercanía, apertura, brillo,… Que Jesús pueda nacer en nosotros cada año también nos aportará esa luz que nos marcará y nos hará sentirnos libres de poder caminar entre todas las oscuridades.
- El color morado de las velas: nos recuerda que el tiempo de Adviento es un tiempo de preparación espiritual, un tiempo de crecimiento personal y de trabajo. Las cuatro velas, las cuatro semanas, nos pueden ayudar a trabajar actitudes claves para este tiempo en nosotros y que seguro que para el resto de nuestra vida nos vienen también bien trabajar. Estas actitudes son la espera, la vigilancia, la alegría y la esperanza. Diferentes personajes de las Escrituras pueden iluminar nuestro camino, ¿podemos aprender de ellos?
- Es un ejercicio de proceso: no se encienden todas las velas a la vez, sino que se van encendiendo poco a poco. La paciencia y el saber hacer cada cosa en su momento es un ejercicio que se puede practicar con la corona de Adviento y que ayuda a todo cristiano a no vivir desde la inmediatez, sino en ver cómo poco a poco vamos creciendo, poco a poco vamos evolucionando, poco a poco vamos siendo cada vez más fieles al mensaje de Jesús.
Por tanto, la Corona de Adviento es un elemento vigente y con contenido. Y vosotros, ¿cómo preparáis el Adviento?
Manuel Olid
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